Tal vez el mito más extendido sobre nuestra pequeña colección de formato pequeño y precio irrisorio es que al igual que los bebés, no requieren de cierto esfuerzo inicial —y agradable, sea dicho de paso—, sino que la cigüeña los trae directamente de París cuando Dios quiere, por lo que no hace falta ponerse en contacto con nadie, y es que si han de venir, vendrán.

Advertimos que un aficionado especialmente testarudo puede encontrarse en la tesitura del personaje más bajito de la imagen que abre esta entrada (el barbitas, para más señas) a poco que insista en que los Cliffhanger, como el resto de juegos de rol, para poder ser adquiridos en el punto de venta tienen que ser previamente solicitados a la editorial por el tipo que se llama especialista (el de la automática y cara de pánico).

También avisamos que incidir en una actitud abiertamente hostil frente al librero de turno puede arrojar un saldo muy negativo para nuestros intereses y los de nuestro público, y por ende, para la viabilidad de la propia colección, vamos, que puede ser absolutamente contraproducente, ya que una confrontación de este tipo derivará inevitablemente en una situación sin aparente salida.

—Tráeme Cliffhanger, que quiero comprarlos...

—¿Cliffhanqué, Cliffhanqué...? ¿Qué coño es Cliffhanqué?

—Son los juegos asequibles de Ludotecnia. Llevan dos años en el mercado y al ¡Gañanes! le han dado un premio. Cuestan cuatro perras y ya te digo que los vendes...

—Anda y vete por ahí. Ludotecnia hace una década que no publica nada. Eso del Cliffhanqué es una leyenda urbana, un «hoax»... Mejor harías en no pasar tanto tiempo en Internet...

Quince mitos Cliffhanqué [15]

Publicado el

viernes, 5 de julio de 2013