El mito a desterrar hoy es «cliffhanqueliano» de pura cepa, incluso diríamos, es «el mito de todas las batallas» pues se levanta sobre el concepto de que los Cliffhanqué ofrecen pocas ilustraciones en su interior, y para colmo, éstas suelen ir por derroteros narrativos diferentes al texto, aunque obviamente paralelos, olvidando en el camino el concepto «autoría» que es tan querido y valorado en otros lares —incluso en los nuestros, aunque para defender otro tipo de menesteres—, como aporte personal, factor identitario y valor añadido en un libro ilustrado (¡se trata de eso, ¿no?).

Si es verdad que a los autores literarios y diseñadores se lo ponemos complicado obligándoles a concretar sus ideas en 25.000 palabras, ni os contamos lo difícil que se lo brindamos a los autores gráficos, con tan sólo 5 viñetas de espacio para explayarse y dar su versión de los mismos o parecidos hechos.

Y aquí está el «quid» de la cuestión, porque los artistas que trabajan para Cliffhanqué no cumplen órdenes y disponen por tanto de voz y voto en cuanto a su trabajo se refiere. No se limitan sólo a decorar unos espacios vacíos en la maqueta o a dibujar un alfanje donde en el texto pone «alfanje», sino que bucean o prolongan en sus respectivos planteamientos lo que han entendido ellos antes que nadie, plasmando en cada estampa una sugerencia nueva que nunca reitera lo leído, y que como autores que son, a la postre amplifica el contenido del juego en vez de dejarlo tal cual lo recibieron.

Quince mitos Cliffhanqué [09]

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miércoles, 17 de julio de 2013